martes, 13 de enero de 2009

De niebla y humo

Con voz amable y una media sonrisa carente de felicidad o sentimiento, un hombre me pidió un cigarrillo a la entrada de un supermercado esta mañana. Se lo dí. Un minuto después, al abandonar el establecimiento, el mismo hombre me brindó un 'hasta luego' con una expresividad más amable que la primera vez. Sonreí, lancé la vista al suelo para evitar el escalón y descubrí que sobre una baldosa de acera oscurecida por la humedad y la niebla se encontraba el pitillo que regalé un minuto antes. Quise protestar, pero en el fondo la situación se hubiera convertido en algo demasiado estúpido. Será que la gente no sabe apreciar los regalos ahora que pasó la Navidad...

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