lunes, 19 de diciembre de 2011

Jim Harbaugh--Eric Taylor--Joe Montana




Jim Harbaugh está rompiendo moldes en la NFL, pero hasta alcanzar este punto hay que tener en cuenta varias consideraciones. El football le viene de familia. Su padre, Jack, veterano entrenador universitario, seguramente tuvo mucho que ver en su pasión por este deporte. Su fuerte temperamento también explica la razón de su éxito. Aunque por encima de todo, están las ganas de ganar. Baste como ejemplo el incidente que protagonizó en 1986, durante su etapa como quarterback en la Universidad de Michigan. Aquel año, durante un entrenamiento, Harbaugh atacó a un receptor. ¿La razón? Éste dejó de correr al ver que el pase de Jim se pasaba de largo. Aquella reacción le valió una temporada nada agradable en lo personal, aunque finalmente, según reconoció su entrenador de entonces, entendió que no todo el mundo estaba dispuesto a competir como él.

lunes, 21 de noviembre de 2011

El salto de la rana


Hay gente a quien le resulta algo obsceno la celebración de ayer de los simpatizantes del Partido Popular en la calle Génova y ese salto amagado de Mariano Rajoy al poco de aparecer henchido y sonriente en el balcón de la sede de su partido. En cierta medida, seguramente tengan razón si atendemos a que se hace cargo de un país con más de cinco millones de parados, saqueado en lo económico y herido en cuanto a capacidad de liderazgo en una Europa en la que todos le miran con malos ojos. Pero deben entender que Mariano también tiene sus razones para ser feliz por un ratito. Y sus votantes a escenificar una especie de liberación interior. El saltito en cuestión no ha agradado, pero resulta un hecho inherente a un político que gana las elecciones.

viernes, 21 de octubre de 2011

La mirada de la gente que conspira



Los tres lucen boinas negras, chaquetas del mismo color con emblemas en manga y pechera y guantes negros. Sus caras aparecen, como tantas otras veces antes, cubiertas por una tela blanca con dos agujeros que apenas insinúan un poco la mirada de la gente que conspira. La puesta en escena se completa con un fondo azul con una pancarta en el centro algo arrugada por sus bordes, mientras tres banderas adornan la estampa, una a la izquierda y dos a la derecha. Contemplar fijamente esa escena durante 20 o 30 segundos genera cierta inseguridad. ¿Quién se esconde tras esas capuchas? Y, más aún, ¿qué gestos e intenciones esconden esas capuchas? Los tres son como ese niño de las películas de terror que sin mover un músculo consigue que te cagues de miedo. No hacen nada, pero asustan.

jueves, 13 de octubre de 2011

John Boy

Hace algún tiempo, me sumergí en la música de Love of Lesbian gracias a su genial y alocada 'Club de fans de John Boy'. Fue un descubrimiento grato. Desde ese punto, fui explorando 1999, Cuentos chinos para niños del Japón y Maniobras de escapismo, sus tres creaciones en español en las que se reinventaron para convertirse en un grupo de éxito. Me gustaron los tres, quizá más el  primero. Sobre todo porque me encontré con melodías diferentes y un vocalista peculiar, algo que siempre agradece alguien que intenta escuchar música el máximo de minutos posibles entre el despertar y el acostarse.

domingo, 2 de octubre de 2011

'Agabig' Fish


Agapito Iglesias bien podría ser Edward Bloom, aquel entrañable y fascinante protagonista de Big Fish, que narraba cada episodio de su vida coloreándolo de características fantásticas. Sin embargo, su hijo, Will Bloom, nunca llegó a creer ninguna de sus historias. Las tomó todas por enormes bulos fantasiosos e incluso llegó a dejar de dirigirle la palabra antes de emigrar a París por trabajo. Años más tarde, con su padre a punto de morir, regresa a casa para descubrir que ciertamente todos aquellos pasajes, con sus características mágicas e inexplicables, sucedieron de verdad.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El Sello Taxidermista


El Sello Taxidermista fue un relato sobre un hombre, aburrido de su trabajo, que un día decidió dejarlo todo para coleccionar sellos. Comenzó primero guardando sellos bonitos, con estampas idílicas o añorados paisajes. Poco a poco, fue ampliando el filtro hasta acabar aceptando cualquier tipo de sello. Los recogía todos en álbumes de gruesas tapas relucientes y páginas blancas. Comenzó a almacenar esos libros en las estanterías de su casa, pero ante la magnitud de su afición filatélica, pronto se quedó sin espacio. El protagonista solventaba el problema eliminando todo aquel objeto de su casa que resultara accesorio para que sus álbumes de tapas relucientes repletos de sellos pudieran descansar en algún sitio.

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