La última parada

Ya estamos en Kiev. Tras un buen madrugón (en realidad no dormimos nada para evitar que se nos hiciera muy pesado el viaje), el viernes a las seis de la mañana cogimos el tren rápido (de más de seis horas de duración) de Donetsk a Kiev, a donde llegamos a la una de la tarde. La capital de Ucrania ya está preparada y expectante ante el partido final.

Un sueño cumplido

Les seré sinceros, pese a la ilusión por este gran viaje siempre mantuve la creencia de que España no alcanzaría la final de la Euro 2012. Pese a ello, he pronunciado varias frases que han terminado siendo acertadas. El pasado martes, cuando se supo que España jugaría en cuartos con Francia y en semifinales ante el ganador del República Checa-Portugal, fui claro con mis compañeros de aventuras: "Haceros a la idea de que nos quedamos hasta el domingo que viene". Ayer, en el descanso, volví a acertar: "Nos vamos a comer unos penaltis...".

Confianza, nerviosismo y decepción

El grupo cántabro-aragonés viendo el Inglaterra-Italia en la fan zone de Donetsk.

Ha llegado uno de los momentos importantes. España afronta esta tarde las semifinales de esta Eurocopa ante Portugal. Tras varios días de espera en Donetsk, por fin ha llegado el momento y estamos algo nerviosos. No demasiado, ya que todo el mundo pensamos que la selección será uno de los equipos que juegue en Kiev el próximo domingo por la noche. La mayoría de nuestros amigos santanderinos piensan que será España-Italia; yo apuesto por un España-Alemania.

Una Eurocopa en el pasado

Todo el mundo con el que hemos tratado el asunto desde que llegamos a Gdansk el 10 de junio dice lo mismo: no se puede celebrar una Eurocopa como ésta jamás. Hay varias razones interesantes: las distancias entre sedes son enormes (por poner el ejemplo de España, de Gdansk a Donetsk hay más de mil kilómetros); muchas ciudades/alojamientos/personas no están preparadas para este evento; el transporte deja bastante que desear; no existe una buena combinación de vuelos para facilitar la llegada de aficionados; es un trastorno viajar a un país en el que estás obligado a manejarte con otra moneda y luego pasar a otro en el que usar una nueva moneda diferente al euro; no mucha gente sabe inglés…

Vídeo-diario de un viaje eterno

El tren que nos llevó de Kiev a Donetsk. Un lujo comparado con el anterior.

Finalmente, el viaje a Donetsk mereció la pena. Ganó España que ya está un paso más cerca de la final, disfrutamos del espectacular Donbass Arena y lo pasamos en grande junto a varios grupos de españoles, en especial dos chicos de Borja y otro grupo de cuatro de Santander. Ahora nos esperan cinco días por delante para descansar, que nos lo hemos ganado.

Adiós a la ciudad superviviente

Ayer cambiamos Gdansk por Cracovia, que también tiene un  casco histórico muy bonito, pero que no es lo mismo que Gdansk. Quizá sea porque hemos pasado allí nueve días de muy grato recuerdo o porque es una ciudad con una historia de ésas que te ganan, en cierta medida echamos un poco de menos a la ciudad superviviente.

¡¡¡Estamos en cuartos!!!

El PGE Arena de Gdansk antes de ver a España metida en cuartos.

España ya está en cuartos. Puede que no haya jugado bien por momentos en la fase de grupos, que este partido contra Croacia haya despertado de nuevo las dudas que dejó la igualada ante Italia, pero la selección ha cumplido. Está en cuartos como primera de grupo, sólo ha recibido un gol y, a falta de que juegue el grupo D, es la más goleadora del torneo. Así que no estamos tan mal.

Lloran los anfitriones

Atasco para ver a Polonia en la Fan Zone el pasado martes.

Ya le habíamos cogido demasiado cariño a los polacos como para ahora perderlos en el torneo... De todas formas se lo han ganado. Su nivel futbolístico no alcanza a igualar el nivel de entusiasmo de su gente. En ese error de la ecuación, Polonia se queda fuera de la Eurocopa y su gente huérfana de ilusiones tras ocho días que seguramente no vayan a olvidar.

Un canto en la tempestad

Antes de nada, disculpen que ayer no escribiera. La noche se nos hizo larga en Sopot el miércoles y entre que nos levantamos tarde ayer y fuimos pronto a comer y al estadio no tuve tiempo material para contarles alguna cosa de esta Eurocopa. Las sensaciones a nuestro regreso por la noche fueron excelentes. España se espantó las dudas ante Irlanda y ha dejado claro que es uno de los aspirantes al título.

La invasión irlandesa

Desde ayer martes, cientos de aficionados de Irlanda ya se dejan notar en Gdansk. Muchos de ellos en exceso, rompiendo en buena medida parte de la armonía que ha reinado desde el primer momento entre las diferentes aficiones. Los irlandeses llegan al partido de mañana con la soga al cuello, pero con ganas de pasárselo bien. El problema es que muchos de ellos no saben detenerse en el límite. Incluso, algunos desconocen que haya un límite.

Polska, bialo czerwoni

Los polacos no quieren ser comparsa en esta Eurocopa. Su Eurocopa. Se nota en cada detalle, en cada gesto. Basta con ver el mimo con el que han preparado todo. Desde su impresionante estadio hasta el carácter de cada cual. Como ya les conté en el post de ayer, todos los polacos te sonríen por la calle, te dan todo tipo de facilidades y se esfuerzan por ser las personas más amables del mundo. Una vez que han quedado bien contigo, que te ven satisfecho, se preocupan por hacerte ver que están orgullosos de ser polacos.

Mal final para un buen día

El primer día en Gdansk tuvo tantas sensaciones diferentes que resulta imposible resumirlo en un adjetivo. El viaje transcurrió sin complicaciones, pero las ocho horas de autobús para alcanzar Gdansk nos dejaron completamente rotos. Aparecimos (que no amanecimos, ya que por estas tierras a las 5 de la mañana ya hace un solo como si fueran las 11 en España) a las siete de la mañana en la estación central y un tranvía más propio de los años 20 nos llevó hasta la zona de nuestro apartamento. Algunas infraestructuras son algo anticuadas, pero se nota a cada paso que Polonia ha hecho un esfuerzo importante para llegar con buena cara a la Euro. Gdansk está engalanada de arriba a abajo con carteles y, entre otros detalles, cuando llegamos a la estación, estaba plagada de voluntarios que te ayudaban con cualquier duda o problema que tuvieras.

El invitado inesperado

Italia, planeando su ataque. (Uefa.com)

De los años que llevo viendo el desarrollo de los grandes torneos de fútbol he sacado una conclusión: nunca creas muerta a Italia. Por mucho que todo parezca en contra, por mucho escándalo que la rodee, por muy pocos duros que den por su evolución en el torneo, Italia siempre es otro cosa. Una nube de trayectoria impredecible, una bala perdida en el mar de una guerra, una cometa navegando sobre el aire.

La cuenta atrás

La Selección, de camino a la Euro. (Uefa.com - Getty Images)

Por fin, sólo quedan tres días para poner rumbo a Gdansk a través de ese complicado viaje que ya relaté en esta entrada anterior. Inicio este texto con un por fin, pero eso no supone ninguna alegría. En primer lugar porque quiere decir que todavía no hemos empezado; y en segundo porque desde algún instante que no sabría ubicar en las dos últimas semanas, los días corren muy lentos. El sábado pasado me vi a siete días de iniciar esta apetecible travesía por la Eurocopa y, aunque parece que haya saltado al menos dos meses, todavía quedan tres días para iniciar la ruta hacia Polonia y Ucrania. Por fin...

The number 9

Pasean demasiado estos días los periódicos, radios y televisiones sobre la duda de quién será el delantero centro de la selección española en esta Eurocopa. Ni pretendo ser adivino, ni seguramente les descubra nada a la mayoría de ustedes, pero el tengo el pleno convencimiento de que será Fernando Torres. Por lo menos en los primeros partidos. Al Niño se llega por simple lógica.

Siete días

Dentro de una semana llegaremos a Gdansk y veremos el partido de la fase de grupos que más me apetece: España-Italia. Será la culminación de un largo proceso de preparación que me tiene bastante hartito la verdad. Armar un viaje de estas características siempre requiere de una buena dosis de paciencia, pero en este caso la concatenación de problemas y contratiempos ha sido norma habitual. Y eso acaba con cualquiera.