Archie, patriarca de los Manning. (Getty Images) |
Los New York Giants se proclamaron el pasado domingo campeones
de la Superbowl. El hecho en sí no les resultará novedoso a la mayoría de los
lectores, pero esconde una historia que al menos descansará en
paz por un tiempo.
Eli Manning volvió a superar a los New England Patriots a
falta de escasos segundos para el final en el gran partido. Lo hizo por segunda vez, de nuevo
cuando no demasiados lo esperaban, con una actuación soberbia que le sitúa
entre los grandes quarterbacks de la NFL. No de la historia, que eso puede que
llegue, sino en los de su tiempo. El chico con cara alelada ha jugado dos
Superbowls y ha ganado las dos cuando parecía que era imposible. En ambas ocasiones
fue nombrado mejor jugador del partido. Entre ambas, 2008 y 2012, creció mucho
para ganarse el respeto y la admiración que nadie quería concederle. Desde el
pasado domingo, Eli ya es uno de los grandes.
Jamás le tomaron en serio. Su cara aniñada e
inexpresiva nunca le ayudó. Tampoco lo hizo el hecho de ser el tercero en una
familia de quarterbacks. Con tesón y trabajó y buen puñado de críticas y
escépticos a la espalda, Eli Manning ha logrado forjar su estatua de leyenda
sin ser un tipo mediático ni hacer mucho ruido. Simplemente se dedicó a jugar
al football; cada vez mejor. Los San Diego Chargers lo seleccionaron como elección
número 1 del draft de 2004. Días después lo traspasaron a los New Yorks Giants.
Cuatro años después, ganó su primera Superbowl (2008). Y cuatro años después,
la segunda (2012). Conociendo su metodismo, seguramente esta regularidad no
resulte casual. Ambas se las ganó a los New England Patriots de Tom Brady, uno
de los mejores quarterbacks que la NFL haya conocido.
Otro de los quarterbacks a los que la NFL toma por histórico
es Peyton. Peyton Manning, hermano mayor de Eli que juega para los Indianapolis
Colts. En realidad este año no ha jugado ni un sólo partido. La pasada
pretemporada, Peyton tuvo que pasar por el quirófano para operarse de un nervio
pinzado en la zona del cuello que afectaba a su rendimiento. Era la tercera
operación en 19 meses. Peyton incluso llegó a viajar a Europa para someterse a
un tratamiento con células madre que no terminó de solucionar su problema. Sin
su jugador franquicia, uno de los grandes, los Colts han hecho el ridículo esta
temporada: 2 victorias y 14 derrotas. Varios médicos han asegurado que Peyton
Manning ya puede jugar, pero el dueño de los Colts anunció en la semana previa
a la Superbowl que todavía no está preparado. Lleva desde
diciembre entrenando y lanzando balones, pero nadie sabe si podrá volver a ser
el de antes ya que ese nervio problemático conecta con su brazo de lanzar.
El asunto se complica aún más. Peyton tiene un contrato por cuatro años más con
los Colts (firmó por cinco en julio de 2011) y el próximo mes de marzo deben abonarle por ellos 28 millones de
dólares… La resolución final más probable será que lo corten, se quede sin el dinero (algo meridianamente secundario en todo este embrollo) y tenga que buscar
un nuevo destino. Dicen que Miami Arizona y los Jets (de Nueva York, rivales eternos de los
Giants de Eli) lo quieren.
Peyton también fue la selección número 1 del draft. Lo
escogieron los Indianápolis Colts en 1998 y años después les llevó a ganar la
Superbowl de 2007 y a jugar, y perder, el partido final de la temporada 2010. Es
el hombre que más veces ha sido nombrado mejor jugador de la temporada, con
cuatro galardones, y el único quarterback que ha logrado sobrepasar las 4.000
yardas de pase en temporadas consecutivas (6) y a
lo largo de su carrera (11). Eli siempre ha tenido que competir a su sombra,
verse expuesto a la eterna comparación de una saga de quarterbacks que inició
su padre Archie Manning en 1971, cuando arrancó una carrera que le llevaría por
los New Orleans Saints, Houston Oilers y Minnesota Vikings. Archie no logró
ningún éxito reseñable durante su carrera más allá de ser nombrado jugador
ofensivo del año en la conferencia NFC durante la temporada de 1978, pero a
tenor de los logros y trayectoria no resulta raro imaginar que en su fuero
interno tuviera una predilección por Peyton, su hijo más exitoso.
Todo ello cambió el pasado domingo cuando Eli logró sumar
su segunda Superbowl. Peyton (2007) y Eli (2008) fueron los primeros hermanos
en la historia de la NFL en ganar dos Superbowls de manera consecutiva. Aquella
fue la primera de Eli, a la que ha añadido este año la de 2012 (que en su
palmarés, como todas las demás mencionadas en esta entrada, aparecerán con
fecha de un año antes, que es la temporada a la que hacen referencia pese a
jugarse el partido final en torno a febrero del año siguiente). Eli ha
adelantado a Peyton y se ha ganado una página en la historia del football. Más
allá de eso, consiguió cerrar el pasado domingo un triángulo de puntas hirientes.
Lo hizo en el Lucas Oil de Indianápolis, estadio donde Peyton se forjó una gran
reputación y del que en breve podría salir por la puerta de atrás. Y lo hizo
ante Archie, un padre que en el último día de esta temporada de calvario de su
hijo mayor, se llevó una tremenda alegría con el pequeño.
PD: De no mediar una gran historia por el camino, esta
entrada despide la NFL hasta finales del verano.
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