viernes, 16 de noviembre de 2012

Micah en la butaca


Indagando en sus circunstancias para esta entrada, encontré algo perfecto para ahorrarme su introducción en escena. Se me adelantó hace ya un tiempo en Tentaciones:

"Soy el hijo de puta con más suerte que conozco. 'Dios nos dio la memoria para que pudiéramos tener rosas en diciembre'. No sé quién lo dijo [fue James Barrie, el autor de Peter Pan]. Cuando vienes de lugares tan oscuros física, emocional y económicamente hablando, estar donde estoy hoy es un puto milagro. Debería haber muerto hace tiempo".

Ante ustedes, Micah Paul Hinson.

Hasta él llegué de la misma manera con la que he alcanzado numerosas penínsulas musicales en los últimos meses, por recomendación. Desde un punto que no recuerdo, soy consciente de la existencia de un artista llamado Micah P.Hinson, pero nunca le había puesto el oído. El descubrimiento ha sido notorio, tanto por la música como por el personaje. Dice Micah que es el "el hijo de puta con más suerte que conozco" y apunta bastante cerca de la diana en ese esbozo de autorretrato. El señor Hinson, nacido el mes de marzo de 1981 en Memphis (Tennessee) aunque haya habitado casi toda su vida en Abilene (Texas), vivió desde una edad temprana en una montaña rusa constante que le llevó por diferentes estadios, cada cual de mayor envergadura.

Todo arrancó con el inicio de su relación con la 'Viuda negra'. Conviene detenerse en este personaje fundamental en su vida. La 'Viuda negra' fue una ex modelo cuyo marido murió a una edad demasiado temprana y con la que el atolondrado Hinson convino en relacionarse. Ella le llevó por una suerte de tour que le hizo descubrir gran parte de las cosas nocivas y oscuras que existen en este mundo. Una mala elección, que se suele decir. De ahí que con el tiempo Micah siempre se refiera a ella como la 'Viuda negra'. Un denigrante círculo vicioso que progresivamente le convirtió en adicto al Valium y otras drogas y pastillas, problema que le haría acabar en la cárcel tras ser acusado de falsificar recetas de medicamentos. "Terminé por perder mi coche, mi hogar, todo mi dinero, mis instrumentos, mi equipo de grabación, y principalmente, a mi familia entera", recordaría años después. Al salir de la cárcel, con 19 años, sus padres lo empujaron aún más al fondo del abismo negándole el sitio que hasta entonces había ocupado en el hogar familiar. Vagabundo y en la más dolorosa bancarrota, compuso un puñado de canciones con instrumentos prestados que posteriormente formarían el esqueleto de sus primeros discos.

No hablamos, por tanto, de un personaje sencillo. Sin embargo, en esa obligación existencial de buscar una referencia a la que intentar asemejarse que todos parecemos seguir, si alguna vez hubiera querido ser músico o cantante no tengo duda de que mi  referencia sería Micah P. Hinson, evitando todos los malos tragos, eso sí. Más allá de esas turbulencias, desearía esa voz rasgada que encajaría a la perfección en un club de jazz mal iluminado, desearía ese descaro y agilidad de sus actuaciones que destapan que fue un chico que vivió más aprisa de lo que debía, y, sobre todo, desearía esas canciones melancólicas y melódicas que le han convertido en un músico difícilmente ajustable a un patrón predefinido.

Admiro, y mucho, su filosofía. Su forma de ver la vida y tomar decisiones. Al ser un tipo que ya ha vivido varias vidas en una -quizá demasiadas-, puede hablar claro sobre muchos asuntos. Y con rotunda sencillez:

"Esta señorita que está sentada en los teclados es mi esposa, Ashley Bryn Gregory. Hay dos tipos de personas… en realidad hay dos tipos de relaciones de pareja. Una es la habitual, esa en la que una de las dos partes de la pareja se pasa el tiempo tratando de cambiar los hábitos del otro: te dice lo que tienes que hacer, lo que le gusta a ella, se pasa el tiempo pendiente de si bajas o no la tapa del retrete… Y luego están esas otras personas que te quieren exactamente como eres, que no tratan de esconder todos tus putos defectos ni de convertirte en lo que a ellas les gustaría que fueras. Ella pertenece al segundo tipo, desde luego. Ha sido un ángel para mí y seguramente sin ella a su lado yo estaría ahora mismo mucho más cerca de la muerte de lo que estoy".

La frase la pronunció en la Sala Oasis durante un concierto que ofreció en diciembre de 2010. Dijo otras muchas cosas que Mario Ornat recogió en uno de sus Somniloquios. Aquella fue su segunda visita a Zaragoza. Luego se sucedería un tercera a la Sala López, tras la que sufrió un terrible accidente de tráfico de camino a Barcelona en esa parte menos agradable de las giras de los artistas modestos. Viajaba con los zaragozanos Tachenko, con los que acababa de iniciar gira. Todos pudieron contarlo.

Aquel incidente no le vino bien a una espalda ya desecha hace años. Concretamente desde 2005, cuando un amigo le propino durante el desarrollo de una broma un desafortunado golpe que le provocó una grave lesión de espalda. Llegó a pasar por el quirófano y nunca ha terminado de recuperarse. Visto en perspectiva, es un personaje propenso a lo inesperado. Pese a ello sigue cantando y girando allá por donde le reclamen.  El pasado miércoles estuvo en el Explosivo Club y por fin pude verlo en acción. No hubo mucha, ya que actuó sentado en una butaca debido a sus problemas lumbares. Lo que no ha cambiado es su magia. Interpretó sus canciones repleto de intensidad y brilló como los artistas de leyenda cuando decidió defender su trabajo con la única ayuda de su guitarra. Fue impresionante.

Aquí, su paso por Buenafuente en junio de 2010. Canción y entrevista posterior:

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