Hace algunos días, encontré escondido debajo de varias
carpetas de mi ordenador un relato que inicié hace tiempo y que desde un primer
momento quise nombrar ‘La memoria del calamar’. Encontré dos copias, una algo
más completa que la otra, pero ambas perfectamente inacabadas. Las tenía
abandonadas desde hace tiempo, incluso pensé que las habría perdido para
siempre. No hubiera sido un mal desenlace vista la introducción y el nudo.
No sabría indicar en qué punto comencé con ‘La memoria del
calamar’, pero creo que podría situarse en algún instante de 2007. Comenzó
lento, sin una definición clara, luego murió abrazado al primer disco duro externo
que entró en nuestra casa. Me puse de nuevo, lamentando haber guardado sólo una
copia. Tiempo después, alguien me dijo que podría meterme aquella narración por
donde la espalda pierde su nombre, y en un acceso de debilidad fui yo mismo
quien la borró. Vendría después el tercer y último intento, pero el propósito
cayó lentamente en el olvido, seguramente con el problema que sufrió la segunda
oportunidad todavía en el recuerdo. La versión más larga apenas ocupa 22
páginas en un word a doble espacio.
Fue extraño reencontrarme en este punto con ‘La memoria del
calamar’. Muy extraño. Pensé que se habría marchado con todas esas cosas que
desaparecen una vez que alcanzas determinados puntos en la vida. Releí el texto
y me pareció precioso, aunque no queda muy académico que sea yo quien diga esto.
Seguramente sea una de las mejores cosas que haya escrito, pero en este momento no me apetece continuarla. Ha llegado tarde, su tiempo ya pasó. No veo manera de
reengancharme de nuevo a aquella historia de un calamar perdido en un océano
inmenso y que lucha por llegar a una orilla que nunca acabé de definir si
alcanzaría o no. Prefiero que quede incompleto; en un ‘tal vez’ o un ‘podría ser’.
El otro día escuché en la televisión una frase que podría encajar en este
dilema: “Lo único que está claro, es que ya veremos…’.
Recuerdo como si hubiera sucedido hace un segundo que tracé ‘La
memoria del calamar’ mientras escuchaba una y otra vez esta canción:
Con el paso del tiempo uno va perdiendo algunas costumbres.
Ya no asocio escritos a canciones. Incluso a veces, ni siquiera escribo (cuando
escribo, que es casi nunca…) escuchando música, que era una de las costumbres
más sagradas que tenía. Hacerse mayor es entrar en una serie de dinámicas que
no te quitas de encima a no ser que seas consciente de lo que está sucediendo.
A mis 30 años, cada vez es más complicado que nos juntemos todos los amigos,
que hagamos un viaje a cualquier otra parte; cada vez me cuesta más ponerme a
escribir (en mi regreso a Imaginia prometí escribir un libro del que sólo tengo
esbozos en una libreta y tres hojas de word…); cada vez es más complicado que,
por ejemplo, un 29 de marzo sea el día diferente que podría ser hace tres,
cuatro o seis años.
Cuando estaba en la
Universidad, acudí en una tarde ociosa a un ciclo de cine que había en la
Facultad. Proyectaban aquel día Cinema Paradiso. Resultó ser un terrible puñetazo.
Quise vivir en aquella película, gastar la vida viéndola o imitándola. Fue tal
el impacto, que de regreso a casa no hice más que tumbarme en la cama y mirar al techo
pensando que debía hacer cosas diferentes, no dejar que todo sucediera porque
sí sin controlarlo. A día de hoy, no puedo presumir en exceso de ejercer ese
idealismo, pero sí que me tomo mis licencias. Cinema Paradiso tiene buena culpa
de ello.
Existen tres películas que todo el mundo debería ver alguna
vez en la vida. Las dos primeras ofrecen una visión diferente de la vida y el
mundo, mientras que la tercera supone toda una lección de formas de vivir.
Obviamente son mis tres películas favoritas. Por orden: El fabuloso destino de
Amélie Poulain; Cinema Paradiso y El indomable Will Hunting. Si no las han
visto, por favor háganlo. Las tres les harán reír y llorar y podrán disfrutar
de escenas tan sencillas e impactantes como esta:
AVISO: Es la escena final de Cinema Paradiso. No desvela la
trama, pero sí que tiene su cierto significado. Si tiene intención de ver la
película, yo le recomendaría que no viera este video…
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