martes, 22 de mayo de 2007

Centenario Hergé



Nunca supe el porqué, pero mi infancia siempre estuvo dominada por una terrible pasión por Tintín, un héroe convencional y campechano, con un punto de humildad y torpeza que no logré encontrar en otro cómic jamás. Por eso, mientras otros devoraban a Asterix y Obelix, Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape, yo sentía especial devoción por este espigado personaje.
Eran noches en vela leyendo una y otra vez sus decenas de aventuras, suspiros por conseguir un nuevo volumen de sus andanzas y el constante anhelo por hacerme con la primera aventura de esta magnífica serie, Tintín en el país de los soviets. Cómic en blanco y negro que finalmente conseguí mediada mi infancia y que a día de hoy sigo guardando como el mayor de mis tesoros.
Por eso hoy, en el centenario del nacimiento del increíble Hergé, no podía dejar escapar la ocasión para poner la nota nostálgica del día en este humilde mundo imaginiario. Igual que no pude dejar escapar la fotografía en una estación de metro (perdonen pero no recuerdo el nombre) de la gris Bruselas decorada en homenaje al genial historietista belga. Viaje en el que por cierto también fue obligada una visita al impresionante Museo del Cómic que esconde la capital belga entre sus callejuelas.

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