lunes, 11 de junio de 2012

Mal final para un buen día


El primer día en Gdansk tuvo tantas sensaciones diferentes que resulta imposible resumirlo en un adjetivo. El viaje transcurrió sin complicaciones, pero las ocho horas de autobús para alcanzar Gdansk nos dejaron completamente rotos. Aparecimos (que no amanecimos, ya que por estas tierras a las 5 de la mañana ya hace un solo como si fueran las 11 en España) a las siete de la mañana en la estación central y un tranvía más propio de los años 20 nos llevó hasta la zona de nuestro apartamento. Algunas infraestructuras son algo anticuadas, pero se nota a cada paso que Polonia ha hecho un esfuerzo importante para llegar con buena cara a la Euro. Gdansk está engalanada de arriba a abajo con carteles y, entre otros detalles, cuando llegamos a la estación, estaba plagada de voluntarios que te ayudaban con cualquier duda o problema que tuvieras.

La falta de sueño en el autobús, hizo que pasáramos gran parte de la mañana durmiendo; había que coger fuerzas para el partido. Después comimos en un restaurante italiano cercano a nuestro hogar (a un precio muy muy muy asequible) y fuimos a la Fan Zone a vivir las horas previas. Excelente ambiente, muchas actividades y todo muy bien organizado. La única pega quizá sea el que te obliguen a sacarte una tarjeta especial para pedir cualquier tipo de bebida, pero bueno... Al encontrarnos con nuestros amigos los superhéroes (que no faltaron a su cita) ya nos dimos cuenta de un detalle que luego se convirtió en rutina: todo el mundo quería hacerse fotos con ellos.

Los polacos, al menos en Gdansk, tifan por España. Son muchos los que se pintan nuestra bandera en la cara, llevan camisetas con nuestro escudo o agitan nuestras banderas. Más allá de eso, parecen sentir una mezcla de asombro y admiración por España y sus aficionados. Nosotros llegamos a retratarnos con no menos de cuatro grupos de jóvenes y no tan jóvenes de Gdansk que nos paraban para hacerse fotos con nosotros. A veces da la sensación de que algunos de ellos están viviendo algo inolvidable, unos de los highlights de sus vidas.

Para nosotros, la gran sensación fue entrar en el campo. El PGE Arena de Gdansk es precioso por fuera e impresionante por dentro. Y todo ello rodeado de un ambiente indescriptible. Desde que nos montamos en un tren que nos acercó al estadio hasta que regresamos a casa hay tantas cosas que recordar y contar que no acabaría nunca si empezará ahora con el relato. Fue impresionante ver a una marea de españoles apoyando a la selección. Diría que éramos el doble que los italianos. La pena fue que al final nos fuimos con una mala sensación tras un empate que nos pareció injusto, como así nos comentaron por la noche, ya por el centro de Gdansk, distintos aficionados italianos y de otras partes que no sabría decir que nos fuimos encontrando mientras dábamos un paseo por el animoso centro de esta localidad costera polaca. Pese al empate, la fe de la afición española no decayó en ningún momento. Nadie duda de que pasaremos a cuartos de final.

PD: Me gustaría colgarles más fotos y vídeos que tengo, pero por el momento diversos problemas técnicos y de conectividad me lo impiden...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Envidia sana!
Seguiremos atentos a vuestras peripecias.

Un abrazo

By Jorge Antón

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