Agapito Iglesias bien podría ser Edward Bloom, aquel
entrañable y fascinante protagonista de Big Fish, que narraba cada episodio de
su vida coloreándolo de características fantásticas. Sin embargo, su hijo, Will
Bloom, nunca llegó a creer ninguna de sus historias. Las tomó todas por enormes
bulos fantasiosos e incluso llegó a dejar de dirigirle la palabra antes de
emigrar a París por trabajo. Años más tarde, con su padre a punto de morir,
regresa a casa para descubrir que ciertamente todos aquellos pasajes, con sus
características mágicas e inexplicables, sucedieron de verdad.
La vida de Agapito desde que se situó al frente del Real
Zaragoza también ha sido ciertamente fantasiosa. Por acotar en el tiempo y no
alargar en exceso este relato, sólo hablaremos de mayo de este año a esta parte.
En ese periodo, entró en Concurso de Acreedores de manera voluntaria, siendo el
del Zaragoza el Concurso con mayor deuda que haya presentado jamás un club de
fútbol en España; fichó en junio a Juan Carlos, que dos meses después no pudo
jugar la primera jornada de Liga por no haber llegado su transfer, entonces se
descubrió que venía del Sporting de Braga y no del Castilla como se hizo creer
a todo el mundo; fichó a Roberto por más de 8 millones de euros, dato que
enfureció a todo el fútbol español, en especial a los acreedores del club, al
estar en Concurso; de aquel fichaje, el Zaragoza sólo pagó 86.000 euros, el
resto fue financiado por un fondo de inversión que se ha convertido en el mejor
aliado de Agapito; ha visto cómo ese fondo es ahora investigado por presunto
fraude; amenazó con prohibir a Mediapro emitir los partidos del Zaragoza porque
debe dinero al club, movimiento sorprendente teniendo en cuenta que Agapito le
debe a todo el mundo…; tiene a Obradovic en plantilla pero sin ficha porque no
fue capaz de colocarlo en algún equipo este verano; fichó a Miguel Lopes, pero
lo hizo cinco minutos tarde y ahora tiene contrato con el Zaragoza pero no
puede jugar porque tardaron demasiado en acordar su llegada pese a gastar negociando
casi por completo el último día del mercado de fichajes; ha visto como Braulio
era detenido por presuntos abusos sexuales que luego el jugador reconoció; y,
por último, ha visto como la FIFA ha pedido a la Federación Española que le
reste seis puntos por todo el embrollo del fichaje de Matuzalem porque el que
aún debe una millonada al Shakthar Donetsk.
Durante mucho tiempo defendí que Agapito no vino al Real Zaragoza
con mala intención. Quiso hacer un gran proyecto, trajo buenos jugadores y soñó
con ganar una Liga. Luego el equipo descendió y todo se le fue de las manos
para convertir al Zaragoza en un equipo extraño, de modales abruptos y odiado por
gran parte de españoles. Agapito sabe que no cae bien y por eso este verano
prometió transparencia y buenas maneras, pero en el último episodio de su
agitada vida en el club hizo saltar por los aires, como tantas veces antes, ese
anhelo. El Zaragoza recibió la carta de la FIFA anunciando su solicitud a la
Federación Española de pérdida de puntos el martes pasado, pero no fue hasta el
jueves cuando se conoció el hecho. Como suele suceder en estos casos, fue
porque lo anunció el Shakthar. Aquella tarde de jueves Javi Marín imaginaba a
los superiores del club encerrados en un despacho desde el martes con la luz
apagada y los dedos cruzados para que nadie se enterara del asunto, cosa que no
sucedió.
Por todos estos asuntos, y muchos otros que he omitido, Agapito
Iglesias bien podría ser Edward Bloom, un tipo sorprendente. Puestos a
imaginar, no sería extraño que, como sucedió con Bloom, un día acudan todos los
personajes con los que se ha relacionado a lo largo de este tiempo para
despedirle. La diferencia está en que muchos no creo que lo hicieran en son de
paz.
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