martes, 17 de febrero de 2009

Un cronista

De repente, en una decisión rápida, limpia e improvisada, la crónica del Zaragoza-Las Palmas cayó sobre mi espalda cuando asomaba la noche del sábado. La comparto aquí ya que es la primera de un partido oficial desde que yo caí en As. Espero que les guste:




Silbando y a la bartola


Victoria sin brillo del Zaragoza. Songo'o hizo el primer gol y dio el segundo. Ewerthon le ganó la partida a Marcos Márquez. Se aguó el nuevo fútbol.




Juan P. Montaner 15/02/2009
La Romareda vivió un final feliz pese a lo atribulado de la semana. Una resolución quizá a medio camino entre lo sorpresivo y lo inesperado si se tiene en cuenta que Marcelino se vio encaminado a inventar una zaga en la que faltó, y seguirá faltando bastante tiempo desgraciadamente, Goni, la frescura en tiempos de penurias. Paradójicamente, una escuadra sometida a habituales resbalones en la última línea, casi condenada a llevarse una vez sí y otra también algún gol rival en la mochila, salió airosa del envite con su puerta inmaculada y el honor de cuatro valientes reforzado. A ello contribuyó en buena medida un rival manso, carente de la bravura de un astado al que le acaban de atornillar dos banderillas.

La victoria pareció llegar por inercia. Las Palmas amaneció con gesto derrotado y apenas presentó méritos para ser merecedor de punto alguno. Sí apretó en un instante del segundo acto, pero para entonces el Zaragoza ya mandaba y defendió, con más corazón que cabeza, su renta. Con su fútbol de las dos últimas semanas en estado acuoso, los locales se abrazaron al respeto que impone su estadio para llevarse tres puntos que, al fin y al cabo, es lo único que importaba de verdad. Ahora que el Zaragoza ha virado para encarar el repecho que separa a los líderes de los aspirantes y gregarios, la victoria supone algo más que un estado de ánimo. Representa una obligación a la que el equipo debe someterse cada semana en este tortuoso camino de la Liga Adelante. No esperen excesivas emociones en adelante y recárguense bien de bostezos, unos días será cosa del Zaragoza, otros del rival y, la mayoría, de una temporada anodina, tremendamente larga y carente de fútbol.

Ayer, poca culpa tuvo el Zaragoza de esa paulatina depresión. Apostó por su nuevo fútbol con menos brío que en tardes anteriores, pero se le vio intención. El problema fue que Las Palmas le cerró el espacio y el tiempo de reacción con una presión constante que hizo mella en un equipo que no encontraba la idea necesaria a tiempo para mover el balón a su antojo. Gabi y Generelo se esforzaban por arreglar el entuerto, mientras Arizmendi trataba de cazar balones del cielo sin demasiado éxito, aunque eso tampoco fuera culpa suya.


En ventaja.En este escenario tan encorsetado apareció Songo'o. El camerunés, con más intención que acierto, puso la cabeza a un esférico que Jorge López hizo volar desde el córner. La defectuosa acción tuvo final feliz. La pelota adquirió una sorprendente trayectoria tras acariciar la hierba y Santamaría, muy lento de reflejos, la vio entrar. El Zaragoza mandaba a los diez minutos tras haber realizado apenas dos disparos de peligro, éste y uno anterior de Ewerthon que silbó cerca de la meta canaria.

El gran aliciente, el duelo del brasileño con Marcos Márquez, decidió finalmente no acudir a La Romareda. El zaragocista apenas entró en juego mientras que el isleño peleó en desventaja contra Chus y Pavón, dos púgiles bastante acertados ayer. Con Las Palmas noqueado tras el gol local, Márquez marró una clara acción ante López Vallejo en el único acercamiento con peligro de los canarios en todo el primer acto. Para buscar un ganador virtual en el duelo de pistoleros, hubo que recurrir a los puntos. Y ahí ganó Ewerthon, que pese a parecer evaporado, cazó un excelente balón cruzado de Songo'o para dibujar una comba y batir a Santamaría por el palo largo en el 65.

Por cierto que ahí acabó todo. Hasta entonces, Las Palmas intentó voltear su destino desde el descanso. Siro Darino pudo hacerlo realidad en un mano a mano con López Vallejo, pero falló. El Zaragoza, con una ocasión clara de Arizmendi y un palo de Songo'o, superó el trámite del segundo tiempo con éxito y poco más. Sólo Ander volvió a dejar gotas de su clase (menos que otros días) y Ponzio levantó a la muchedumbre en su regreso a La Romareda. Por lo demás, el Zaragoza ganó, que, visto lo visto, no es poca cosa.

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