Jim Harbaugh está rompiendo moldes en la NFL, pero hasta
alcanzar este punto hay que tener en cuenta varias consideraciones. El football
le viene de familia. Su padre, Jack, veterano entrenador universitario,
seguramente tuvo mucho que ver en su pasión por este deporte. Su fuerte
temperamento también explica la razón de su éxito. Aunque por encima de todo,
están las ganas de ganar. Baste como ejemplo el incidente que protagonizó en
1986, durante su etapa como quarterback en la Universidad de Michigan. Aquel
año, durante un entrenamiento, Harbaugh atacó a un receptor. ¿La razón? Éste dejó
de correr al ver que el pase de Jim se pasaba de largo. Aquella reacción le
valió una temporada nada agradable en lo personal, aunque finalmente, según
reconoció su entrenador de entonces, entendió que no todo el mundo estaba
dispuesto a competir como él.
Rincón abierto de Juan Pablo Montaner. Periodista deportivo, zaragocista, zaragozano y campeón del mundo de perder el tiempo en cualquier asunto. Si quieres acompañarme, puedes hacerlo a través de este blog, el grupo de Facebook, Twitter, Google +, Pinterest, dejando tu correo... Luego no me digas que no doy facilidades. Para todo lo demás: imaginia@gmail.com