Resulta que un servidor tuvo un accidente automovilístico (sin lesiones personales alguna por suerte) que dejó mi querido Ford Fiesta algo hecho polvo en su parte delantera. Sucedió el 20 un enero. En el taller me dijeron que necesitarían al menos dos semanas, pero posiblemente en tres podría estar arrgelado. Hoy es 6 de abril, han pasado más de dos meses y vamos camino del tercero. Sigo sin coche por una multitud de excusas y vagas explicaciones que incluso me han llevado a pensar en que hayan vendido mi coche, se lo hayan robado y no sepan cómo decírmelo o que alguien lo esté usando mientras yo lo espero.
No les diré que he perdido la esperanza porque sé, o quiero saber, que algún día me lo devolverán arreglado y la plata reluciente como antaño, pero sí que he perdido la fe en la modernidad. Primero fueron problemas entre taller y seguro, después un nuevo destrozo que encontraron cuando estaban a punto de arreglarlo y, por último, una pieza que no llega. Desde hace tres semanas...
Y digo yo, ¿de qué nos sirven tantos avances tecnológicos?, ¿seguro que nos ayudan a optimizar y acelerar procesos? Sinceramente creo que España sigue anclada en el pasado. Que da igual que esté internet, que contemos con las mejores máquinas, que exista el correo electrónico y que podamos encontrar todo en un GPS y apuntar cualquier detalle en una PDA. Es lo mismo que hace cincuenta años cuando no teníamos -no tenían, más bien- nada de nada.
Nada ha cambiado. La gente sigue sin tener ganas de trabajar, sigue siendo apática y sigue desconociéndolo todo. ¿Cuando fue la última vez que preguntaron algo y no encontraron como respuesta un no lo sé o un no estoy seguro? Yo a lo largo de estos meses lo he sufrido decenas de veces. Aunque lo peor es saber que por mucho que intentes y te quejes, nada se va a acelerar. En el fondo son ellos los que tienen la sartén por el mango de su vagancia y dejadez. A veces pienso que en mi próxima visita al taller me dirán "vuelva usted mañana" y a la salida me encontraré con Mariano José de Larra sentado en la acera, fumando un cigarro con cara de resignación mientras me dice: "Si ya lo dije yo hace tiempo...".
No les diré que he perdido la esperanza porque sé, o quiero saber, que algún día me lo devolverán arreglado y la plata reluciente como antaño, pero sí que he perdido la fe en la modernidad. Primero fueron problemas entre taller y seguro, después un nuevo destrozo que encontraron cuando estaban a punto de arreglarlo y, por último, una pieza que no llega. Desde hace tres semanas...
Y digo yo, ¿de qué nos sirven tantos avances tecnológicos?, ¿seguro que nos ayudan a optimizar y acelerar procesos? Sinceramente creo que España sigue anclada en el pasado. Que da igual que esté internet, que contemos con las mejores máquinas, que exista el correo electrónico y que podamos encontrar todo en un GPS y apuntar cualquier detalle en una PDA. Es lo mismo que hace cincuenta años cuando no teníamos -no tenían, más bien- nada de nada.
Nada ha cambiado. La gente sigue sin tener ganas de trabajar, sigue siendo apática y sigue desconociéndolo todo. ¿Cuando fue la última vez que preguntaron algo y no encontraron como respuesta un no lo sé o un no estoy seguro? Yo a lo largo de estos meses lo he sufrido decenas de veces. Aunque lo peor es saber que por mucho que intentes y te quejes, nada se va a acelerar. En el fondo son ellos los que tienen la sartén por el mango de su vagancia y dejadez. A veces pienso que en mi próxima visita al taller me dirán "vuelva usted mañana" y a la salida me encontraré con Mariano José de Larra sentado en la acera, fumando un cigarro con cara de resignación mientras me dice: "Si ya lo dije yo hace tiempo...".
2 comentarios:
Y además de todo esto, se te ha olvidado mencionar la rabia que dá que pasen estas cosas teninedo en cuenta que "era coche nuevecico"...
Y además se te ha olvidado comentar la rabia que da que te pasen estas cosas teninendo en cuenta que "era un coche nuevecico, oye..."
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