viernes, 13 de junio de 2008

Cuando gana el miedo


Cuando gana el miedo, todos perdemos en el fondo. España vive en huelga, situación justa donde las haya pero que cada día nos asusta un poco más a todos. En primer lugar porque ya no encontramos a la vuelta de la esquina lo que siempre estaba ahí. En segundo porque nos da por pensar que quizá dentro de una semana sigamos sin noticia alguna de eso que siempre estaba ahí. Y en tercer lugar porque, al menos para mí, el asunto comienza a coger un cierto tono dramático que le hace perder por completo el sentido inicial y real de la protesta.
Quiero tocar varios asuntos que me da que se están pasando un poco por alto estos días. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el término huelga hace referencia a la interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta. Lo cual a un servidor le parece justo, correcto y necesario en ciertos momentos. El error que intuyo tiene que ver con el hecho de intentar hacer colectiva lo que en el fondo resulta ser una decisión personal o asociativa. Una cosa es que uno quiera ponerse en huelga. Otra es que le obliguen a ponerse en huelga. Y otra, una visión personal, es andar puteando a los pobres currantes, que siguen sin encontrar gasolina ni alimentos, bloqueándoles las carreteras. No digo esto porque me haya sucedido a mí, que no es el caso, sino por las imágenes que engulle cada mediodía la televisión.
Creo que ambos son matices que exceden a lo que es una huelga propiamente dicha. Si los transportistas quieren parar, perfecto, que paren. Ahora, sin entorpecer a los demás. Aunque no bloqueen las carreteras, seguriá sin haber alimentos en los supermercados ni gasolina con la que repostar, con lo que su protesta tendrá el mismo efecto. Vuelvo. Si los transportistas quieren parar, perfecto, que paren. Ahora, sin obligar a todo aquel que no quiere a parar. Igual que hay derecho a la huelga, existe un derecho a la no huelga. Tres organizaciones de transportistas -las que han convocado el paro- no pueden obligar ni coaccionar a todo el sector. Cada cual tiene sus problemas y el de esta gente es muy jodido porque no ganan nada de dinero, lo que pasa es que a muchos el quedarse quietos les mata ya del todo. Se lo oí el otro día a un camionero en la televisión: "Aquí hay que tirar p'alante como sea. No queda otra...". Debería ser así. Con matices, eso sí, cada cual tiene su visión del asunto y no es mi intención juzgar ninguna.
Sorprende ver cómo en teoría nadie está obligado a parar, es cosa de cada cual. Para concienciar e informar a los miembros del sector en huelga que aún no han parado existen los llamados piquetes informativos. Y menos mal que son informativos. El piquete informativo medio informa según el procedimiento que se puede ver en la foto de arriba. Algo así como unos comisarios políticos o una sociedad armada secreta y clandestina que suma huelguistas forzosos con malas artes. Seguramente no todos sean así, pero son mayoría. El otro día pude ver en la edición impresa de El Mundo una foto que me dejó espeluznado (quise colgarla en lugar de la hay, pero no la logre escanear ni encontrar por internet). Una pareja informativa esperaba a pie de carretera la llegada de transportistas a los que informar. Uno portaba un cuchillo de dimensiones descomunales. El otro un artilugio a medio camino entra unas tijeras gigantes y una cizalla en toda regla.
De esta forma no me extraña que el miedo se apodere de todos. De los huelguistas que ven un negro futuro, de los no huelguistas por lo que les pueda pasar, de los consumidores porque ven que la comida se acaba sin remedio y de un país que se va a tomar por el culo. El miedo de un transportista que quiso huir motivó la muerte de una persona en un atropello inadmisible, el miedo de unos huelguistas que querían el mayor éxito quemó cientos de camiones y a punto estuvo de quemar la vida de una persona que descansaba en su máquina de trabajo. El miedo provoca insultos, pedradas, amenazas, detenciones, actos vandálicos y que un país entero no tengo muy claro cual podría ser el menú de mañana. Ciertamente nos lo merecemos por vivir en un mundo tan despreciable. Lo que ya no se merece una huelga son métodos tan burdos y que la domine el miedo. Porque así todos perdemos en el fondo...

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