lunes, 29 de octubre de 2012

Un hombre en busca de sentido

El doctor Frankl no se andaba por las ramas. En muchas ocasiones acostumbraba a hacer una simple pregunta a los pacientes que acudían a su consulta aquejados de múltiples padecimientos: "¿Por qué no se suicida usted?". Desde ese punto iniciaba todo su método.


Diversos golpes que he recibido en los últimos meses sin merecerlos me empujaron de nuevo hacia 'El hombre en busca de sentido', sin lugar a dudas el mejor libro que me hicieron leer durante mis cuatro años en la Universidad. Sentí que había llegado un momento en el que la vida me exigía que me detuviera ante ella, la observara y la ordenara de nuevo. Y ante ese proceso consideré como excelente la opción de releer a Viktor E. Frankl, psiquiatra de gran prestigio, descubridor de la logoterapia. Hombre de notable rendimiento académico, Frankl enriqueció sus ideas con su frecuente trato con Sigmund Freud y asistiendo a las clases que impartía Alfred Adler, precursor de la psicoterapia. Sin embargo, su método se fortaleció tras su paso por el campo de concentración de Auchswitz. Fue entre todos aquellos horrores donde perfiló su teoría basada en la búsqueda de un sentido para la vida del hombre.

Sobre las razones que recibía cuando preguntaba a sus pacientes por el suicidio, elaboraba la orientación con la que guiarle. Obviamente, mis preguntas han ido en otro sentido, pero han tenido el mismo fin: localizar una nueva orientación sin despegarme de la filosofía que siempre he intentado poner en práctica. Soy un tipo sencillo, sin grandes complicaciones, que ha intentado basar siempre la vida en reglas muy simples:

  • El tiempo que pasa ya no vuelve.
  • Una sonrisa es la mejor medicina contra cualquier problema/dolor.
  • Ver pasar la vida sin ambiciones no tiene sentido. No estás aquí para eso.
  • Pregúntante por qué hice eso en lugar de por qué no lo hice.
  • Equivocarse es la mejor manera de aprender.
  • Si eres bien recibido, paga con la misma moneda; si te desprecian, vete sin pagar.
  • Intenta no detenerte demasiado en embrollos sin sentido y lamentos.

Muchas de estas cosas a veces son más fáciles de decir que de cumplir. Lógicamente, nadie es inmune a los  altibajos, pero intento tener siempre bien presente estas reglas. Al final la vida consiste en intentar ser feliz con lo que uno hace, disfrutando al máximo de cada instante. Si no te gustan las reglas siempre puedes cambiarlas, aunque creas que no es fácil. Siempre hay un camino. Cuando alguien me cuenta algún problema o se queja por alguna situación, acostumbro a preguntar: ¿Y qué haces para cambiar esto? Muchas veces quien se lamenta no suele mirar los problemas desde ese prisma. A veces ayuda a encontrar soluciones y a en otras ocasiones no es así, pero no se debe descuidar ninguna perspectiva.

Yo durante este tiempo he intentado repasarlas todas, limar las defectuosas y desechar los planos que ya no me interesaban. No sé si he acertado o no, pero era algo que debía hacer. La pena es que ese proceso me ha llevado a descuidar en exceso Imaginia, lo cual me ha permitido llevarme un pequeña alegría. En el último mes apenas publiqué una entrada (con el mínimo esfuerzo, ya que me limité a reproducir un artículo que escribí para AS) y el flujo de visitas ha decaído. Pero ha sido una caída menor, que no siquiera ha llegado a la mitad, lo cual me produce una enorme ilusión.

Gracias por su fidelidad.

1 comentario:

Vania dijo...

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