viernes, 21 de diciembre de 2012

Cinco años en un pendrive

Una de los últimos reportajes. Montañés, José Mari y Víctor en las ferias.


Cinco años de documentos, fotografías y recuerdos tan sólo ocupan 633 megabytes en un pendrive. Me pareció poco. No me costó mucho traspasarlos desde el ordenador que me asignaron a mi llegada al Diario As y que vacié de efectos personales el miércoles por la tarde, apenas medio día antes de firmar con gran dolor y de manera disconforme mi carta de despido. As se ha acabado, es historia. Toca mirar hacia adelante y dibujar algo nuevo en mi vida laboral.

El reto, por ahora, no me asusta, pero la intención no es escribir sobre eso. Más allá del natural argumento del crecimiento profesional y humano que todo (o casi todo el mundo) esgrime siempre en la puerta de salida, As ha supuesto una etapa interesante. No fue tan divertida como mi primera aventura en un periódico, en la redacción del Diario Equipo. De hecho dudo mucho que vuelva a encontrar un ambiente tan familiar y agradable en futuros empleos. No fue tan divertida, decía, pero la disfruté mucho y también pasé grandes ratos.

Recuerdo perfectamente cuando Nacho y Bellido me explicaron en ‘Las Lesbis’ una noche de noviembre de 2007 que no tardando mucho me llamarían de otro lado. Concretamente al día siguiente y sería el As. Dicho y hecho, Pedro Luis me contactó en menos de veinticuatro horas y me preguntó si quería subir al barco del Paseo Constitución 21. Había poco que pensar, Equipo era mi familia pero allí apenas era un colaborador, así que me fui en busca de un contrato. Me dio mucha pena, pero era lo que debía hacer. Cinco años después, ya en la calle, no me arrepiento.

As, y su gente, me permitieron hacer realidad bastantes ambiciones laborales y me ofrecieron pequeñas satisfacciones. Aún recuerdo como Javi Hernández me explicó en los instantes previos a que noviembre echara el cierre las rutinas del día a día, para que alcanzara el 1 de diciembre con los conocimientos necesarios para no ser engullido por el servidor, los programas y el sistema; que al fin y al cabo no era tan complicado. 

Desde aquel inicio hasta ayer, día del fin, recuerdo con mucho cariño diversos viajes siguiendo al Zaragoza a campos como el antiguo Montjuic del Espanyol, a Mallorca (viaje de infausto recuerdo) o, el último que hice, el pasado marzo a Gijón, en el que disfruté como un enano. También queda el viaje a La Moncloa cuando el Rey recibió al equipo por su 75 aniversario, las pretemporadas en Navaleno con sus escapadas a las fiestas de San Leonardo, algunas mañanas muy divertidas en la Ciudad Deportiva, las tardes de risas cuando se colgaba el planillo y el Pele llamaba hecho una furia, cuando Mario me contaba la vida y milagros de infinidad de grupos musicales, las noches en la zona VIP de los conciertos de Radio Zaragoza durante el Pilar…

También quedan cosas no tan agradables, como el ver caer poco a poco a diversos compañeros en nuestra edición y en otras repartidas por el país. Así hasta que el empujón me tocó a mí para cerrar una etapa en la que aprendí y descubrí muchas cosas de cara al futuro incierto que ya me alcanzó. Estoy tranquilo ante eso, como he repetido miles de veces en los últimos días: por algún lado escaparemos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, qué memoria.
Yo no me acordaba ni de Las Lesbis.ñ
Fdo: El Boli.

Unknown dijo...

No te creas que me funciona muy allá. Me da para recordar cosas importantes y poco más...

Anónimo dijo...

Ánimo, Monti, verás como al final todo es para bien... Un abrazo! Ricardo.

Unknown dijo...

Muchas gracias Richi!

Anónimo dijo...

Mucho ánimo y muchísima suerte. Tu primer director.
Nos vemos cualquier día por el Casablanca.

Anónimo dijo...

Bueno, el segundo que el primero fue Jaime Armengol.

Unknown dijo...

Muchas gracias Manolo! Nos vemos

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