martes, 21 de enero de 2014

Jim Harbaugh en el cielo y el infierno

Jim Harbaugh, entrenador de los San Francisco 49ers.

Los Denver Broncos y los Seattle Sehawks jugarán el domingo 2 de febrero la Superbowl, que este año se disputará en Nueva York. Un año más, el protagonista de esta historia se ha quedado a un paso del gran partido. Su equipo perdió el pasado domingo en la final de conferencia ante Seattle. Un hecho que, paradójicamente, sitúa a Jim Harbaugh en el cielo y el infierno al mismo tiempo, en la que supone una de las historias más sorprendentes de los últimos tiempo en la NFL.
Antes de nada, toca comenzar por los preliminares. Hace dos años les hablé en Imaginia del entrenador revelación de la NFL. Un Jim Harbaugh de carrera fulgurante que comenzó su etapa como entrenador jefe de un equipo de la NFL con unos registros que dejaron a todos con la boca abierta. Pocos esperaban que fuera capaz de completar un buen año en un equipo de notable historia como los San Francisco 49ers, pero no tuvo problema en afrontar este reto y salir victorioso de él. En su estreno al más alto nivel, se quedó a un sólo paso de la Superbowl, tras un cóctel letal de mala fortuna y clamorosos errores de algunos de sus jugadores en la final de conferencia.

Apenas un año después, el deporte le permitía una revancha personal. Se sacó la espina metiendo a su equipo en la Superbowl, pero curiosamente ese hecho resultó amargo. En el gran partido, su hermano John, entrenador de los Baltimore Ravens, le volvió a negar la gloria. Jim rozó el tiunfo en la Harbowl, como fue bautizada por la prensa estadounidense. De nuevo el sueño de levantar el trofeo Vince Lombardi se le escapó al final, como el año anterior.

De nuevo en la frontera

Esta temporada, y de nuevo cuando pocos lo esperaban por la sucesión de contrariedades que ha sufrido su equipo, Jim Harbaugh volvió a colar a su equipo en la final de conferencia. El domingo pasado, de nuevo sus 49ers caían a un paso de la Superbowl en un partido espectacular y que permitió a Pete Carroll saldar una cuenta pendiente. De nuevo San Francisco descabalgaba al borde del objetivo. De nuevo la Superbowl debe esperar...

La derrota del pasado domingo vuelve a ser un infierno para este entrenador de carrera fulgurante. Pero al mismo tiempo, supone su ascensión definitiva a los cielos. El hombre que jugó 15 años en la NFL, el que se inició como entrenador en la Universidad de San Diego y reinventó el programa de football en la de Stanford (que ahora aún sigue convirtiendo en títulos aquel cambio de inercia), ya es prácticamente una leyenda en la NFL. Nunca nadie antes alcanzó las semifinales de conferencia (el partido previo a la Superbowl) de manera consecutiva en sus tres primeras temporadas como entrenador jefe. Un hecho por el que muchos ya lo señalan como un hombre para la historia de este deporte.

Cualidades está claro que no le faltan. Cada año ha sabido combatir los diferentes problemas que aparecían con gran acierto. En su estreno, supo hacer brillar a Alex Smith, un quarterback normalito, haciendo que llevara al equipo al borde del gran partido. Un año después, y evitando lo que podría haber sido un cisma en el vestuario, sentó a Smith mediada la temporada para inventarse una excelente versión de Colin Kaepernick, quarterback sin opciones hasta entonces y del que pocos se fiaban. Este año, los problemas han sido más numerosos. Importantes bajas en ataque y defensa hicieron que se colaran en los playoffs por los pelos. Y pese a jugar como visitante todos los partidos de las eliminatorias, fueron forjando el sueño. Primero tomaron el estadio de Green Bay Packers, una semana después el de Carolina Panters y el pasado domingo estuvieron a punto de vencer en Seattle. Pero la fortuna volvió a darles la espalda y Jim Harbaugh será ya un mito, pero sigue teniendo pendiente una cuenta: vencer la Superbowl.

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