jueves, 16 de febrero de 2012

Mi opinión sobre Lucía Be


Hace muchas noches, demasiados años atrás, compartía cena, charla y cerveza con Lucía y Helena en una casa que no recuerdo quién de entre todos los allí presentes tenía alquilada en Pamplona. La vida social del estudiante universitario fuera de su ciudad natal resulta demasiado expansiva como para poder ubicar momentos concretos en lugares concretos. El caso es que los tres observábamos la situación con la mesa del comedor como trinchera y la noche derivó en una suerte de número cómico de esos que tanto adorábamos los tres. No soy capaz de descifrar los sucesos que nos ofreció aquella noche, pero dos recuerdos me los llevaré a la tumba. En primer lugar la figura de uno al que convenimos en denominar como el tío Francis. En segundo, la mejor forma de salir airoso de una conversación grupal de compromiso de la que te desconectaste tras las dos primeras palabras; decir un breve, escueto y efectivo ‘opino lo mismo’.

La frase no resulta un gran ingenio, incluso seguramente a muchos de ustedes no les produzca la más mínima mueca, pero sostenida en los años nos ha concedido muchas sonrisas de un tiempo a esta parte. Los tres siempre fuimos unos cachondos. Casi unos borderlines en el tema del humor. Incluso, cuando hablamos o nos escribimos, algo que actualmente no sucede demasiado a menudo por desgracia, acaba surgiendo tarde o temprano, como los delfines que saltan felices junto a las embarcaciones en alta mar, y rompemos a reír como entonces.

Cuando uno es estudiante universitario, desea con todas sus fuerzas que la vida le ponga de una vez delante del mercado laboral y que haga desaparecer los libros. Cuando eso sucede, uno desea regresar atrás y volver a vivir momentos como aquel. Al menos a mí me sucede. Recuerdo aquella anécdota, como tantas otras, con mucho cariño. Y cada vez que eso sucede me entran ganas de volver a reunirme con unas cuantas personas de entonces para recordar ahora los mejores momentos de los años universitarios. El pasado diciembre, en una fugaz visita a Madrid, pude reunirme con Helena. Faltaron otros muchos, el hecho de ser jueves no ayudó en exceso, pero ella me puso más o menos al día de los más cercanos.

Mis dos valencianas son muy modernas. Helena es Community Manager de una Fundación Universitaria de gran nivel. Lucía se convirtió en diseñadora después de varios años deseándolo. El periodismo y su estado de coma inducido actual tiene estas cosas… Helena me explicó en nuestro reciente encuentro que a Lucía le iba muy bien. Se había instalado en un coqueto taller (léase showroom si es usted una persona que vive al día) y el negocio que creó de la nada parecía desperezarse sonriente. Uno nunca sabe calibrar el alcance de esta clase de afirmaciones sobre las evoluciones de un tercero hasta que no se encuentra de frente con un artículo de El Mundo. Sabía que algunas revistas de moda, portales especializados de internet y personas influyentes habían hablado de ella, pero cuando uno se encuentra a su amiga en las páginas del diario digital más leído de España entonces es que la cosa va en serio.

No pretendo hacerle publicidad. Primero porque ya me he convencido de que es probable que no la necesite en exceso. Y segundo porque estoy seguro de que buena parte de los que ahora leen estas líneas no llegarán a plantearse en su vida lucir un tocado… Lucía los hace, y muy bonitos, son un espejo de su constantes humor y felicidad. y me hizo mucha ilusión poder leer cosas sobre ella en un medio tan importante y comprobar que ha logrado labrarse una cierta fama gracias a sus creaciones. Pueden verlas aquí, o estar al día de las novedades en su página de Facebook o, simplemente, leer las bondades que Cristina Galafate le dedicó el pasado domingo en la sección Tendencias de El Mundo.

Como hace muchas noches, demasiados años atrás, y con pleno conocimiento de causa, les digo que ahora también ‘opino lo mismo’ de ese artículo. Y para demostrarlo les dejo la foto que en aquel instante nos hicimos para dejar constancia de la frase.

Lucía (izq.), Helena (dcha.) y yo opinando lo mismo. Tod@s con el pelo largo por entonces.


PD: Posiblemente sea agredido por haber colgado la foto de hace una década. Si a lo largo del día notan que ha desaparecido, será por esa razón…

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