jueves, 31 de mayo de 2012

Luis, el pistolero silencioso


"Sólo tengo miedo a la velocidad de las balas y a la guerra; nada más". La frase se oyó en una conferencia de prensa de septiembre de 2004. Pertenece a Luis Aragonés, un día antes de afrontar su debut en partido oficial como seleccionador de España. En realidad, yo ya la había escuchado en enero de ese mismo año, en una sala para conferencias, reuniones y eventos del hotel Melía de la Avenida César Augusto. Al poco de llegar el Mallorca al hotel el día previo a su partido en La Romareda, su técnico, Luis Aragonés, ofreció la habitual rueda de prensa previa al duelo en la décima planta. Allí, me quedé sorprendido ante su comparecencia en general y aquella frase (que ya entonces empleó) en particular. Es una de las razones que hace que Luis Aragonés me caiga tan bien.

No sé si alguno de los presentes en aquella comparecencia de septiembre de 2004 ya habría escuchado aquella habitual declaración de intenciones o si quedaría convencido tras el discurso. Lo que sí tengo claro es que a nadie convenció que Luis fuera el seleccionador. Daba igual su largo historial como jugador, su amplia experiencia en la mayoría de los mejores banquillos del fútbol patrio, incluso nadie tuvo en cuenta llegado el momento su prolífica sala de trofeos dirigiendo: Una Intercontinenal, una Liga, cuatro Copas del Rey, una Supercopa de España y hasta un campeonato de Segunda División con el Atlético, cómo no. Empató a 1 en su debut ante Bosnia Herzegovina. No empezó con buen pie.

Aquel resultado, y alguno de los siguientes, le valió dos años de estar a vueltas con un país casi entero. La aprobación que todo el mundo mostró tras relevar aquel inimitable hombre de Hortaleza a Iñaki Sáez, también entrañable pero con la duda generada por la falta de vuelo de su nombre siempre adherida a la espalda, se desvaneció sin haber alcanzado siquiera el entreacto. El desenlace rozó la tragedia. España se vio abocada a una eliminatoria de repesca ante Eslovaquia que la selección superó para estar entre los 32 mejores países del mundo el verano próximo.

Meses más tarde, justo antes de dar comienzo el Mundial de 2006 disputado en Alemania, El Sabio agregó a su velocidad de las balas algo de azúcar: "El miedo no existe, sí la preocupación". Puede que entonces, quizá consciente de que al mínimo desliz volverían a buscarle, pecara de modesto. España brilló por encima de lo previsto ante Ucrania (4-0), Túnez (3-1) y Arabia Saudí (1-0), aunque no obviaremos el detalle de que esas selecciones no llegaron con entrada de primera fila a los estadios germanos... El país se vino arriba y no supo mantener la cordura que Luis Aragonés pregonaba. En cierta medida, al Sabio le hirió mucho una portada:

Marca, estocando a Luis Aragonés.

Aquel fue un trago duro. Francia, a quien su desacierto en la tanda de penaltis le impidió tres partidos después levantar la copa Jules Rimet, vapuleó 1-3 a una España atrevida pero desafortunada. Luis Aragonés presentó en varias ocasiones su dimisión en los días posteriores, pero finalmente aceptó guiar a la selección hacia la Eurocopa de 2008. Esa decisión lo cambió todo. Tras las críticas, los golpes y las sugerencias que le dibujaban en su pizarra desde todos los ámbitos, decidió pasar el borrador y comenzar de nuevo. Lo hizo a su manera, con sus ideas. El Sabio, al que por algo bautizaron así, varió el perfil que en los últimos años había manejado España, fue apartando a jugadores veteranos y llenó el vestuario de jóvenes bajitos a los que dejó jugar con las ideas que les lanzaba.

España convirtió el fútbol en delicia. Alcanzó la fase final del Europeo 2008, a disputar en Austria y Suiza, sin apuros tras nueve victorias, un empate y dos derrotas, pero las dudas seguían ahí. Y como ni en Austria ni en Suiza había guerras ni balas veloces, el pistolero Aragonés no tuvo piedad de nadie. Encumbrando un fútbol inolvidable, España rompió con todas sus manías y fobias para ser campeona del continente con esa socarronería de la que presumen los que se saben mejores. El fútbol le hizo justicia a Luis, el hombre que forjó el equipo que ganó la Eurocopa de 2008, el Mundial de 2010 y que ahora busca la Eurocopa de 2012 como tercer título consecutivo, algo que nunca nadie hizo antes.

Sólo por haber creado una selección para la historia, Luis Aragonés merece pensión vitalicia por parte de la Federación (que desconozco si la tiene), la Casa Real y que el Gobierno reserve un día del año para colecta popular en su beneficio. Y además tiene toda mi admiración. Sólo que en mi caso existe otro detalle que ayuda a decantar la balanza: Esa forma tan academicista de celebrar un gol. Ese gesto pausado, a la velocidad de un coche accediendo al túnel de lavado de manera inconsciente, mezcla de rabia y revancha que tanta gracia me hace. Sólo he podido encontrar este vídeo como muestra (es de su etapa en el Atlético, años más tarde ha aminorado la velocidad), por si alguien aún no lo conoce:


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1 comentario:

Anónimo dijo...

me quedo con..."con esa socarronería de la que presumen los que se saben mejores"...ESPETEC

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