jueves, 3 de mayo de 2012

Los días felices

Dudo con el autor: Juan Moro (Aupazaragoza) o  Héctor Ferrer (Heraldo de Aragón)

A uno siempre le gusta escribir sobre victorias. Sobre todo en momentos tan intensos como el actual, porque eso siempre ayuda a que los textos queden mejor, más intensos. El de ayer, tras ver ganar de nuevo al Zaragoza imposible mientras estuve cerca de escupir el corazón por la boca, es uno de los que más me ha gustado últimamente. Por eso, les interese o no, se lo reproduzco aquí debajo:



El triunfo de la fe

Cuando la salvación más le exigía, el Zaragoza completó un excelente partido ante el quinto clasificado de la Liga  para seguir soñando con la permanencia. El equipo representó en un sólo partido todos los valores que le han permitido avivar el sueño.

Viven. El Zaragoza va camino de completar la salvación más portentosa de la historia. Muerto en diciembre, comenzó a levantarse en marzo hasta acabar convenciéndose de que la permanencia era posible; que ‘Sí se puede’ como le canta su gente cada tarde de fútbol en el municipal. Y claro, ahora no hay quien lo pare. Su carrera hacia el milagro más grande de todos los tiempos está plagada de pundonor, esfuerzo, serenidad y fe como se pudo comprobar ayer. Quedan dos últimos envites ante Racing (ya descendido) y Getafe (que ni le irá ni le vendrá) y esperar que los rivales completen nuestra combinación ganadora.

Madurez. Son tantas cosas las que ha cambiado el vestuario y la llegada de Manolo Jiménez que definirlas en una sola frase resulta complicado. Si acaso, el equipo ha ganado en poso. La madurez con la afrontó el encuentro de ayer fue soberbia. Sabedor de que otra cosa que no fuera una victoria le condenaba a Segunda División, el Zaragoza no alteró su plan de juego, no se dejó llevar por los nervios y la ansiedad de una situación límite como la que le esperaba. Al contrario, decidió llevar la manija con calma y paciencia hasta lograr el triunfo.

Héroes. Ese ha sido un hito colectivo, el personal de Manolo Jiménez pasa por convencer a una plantilla hundida y sin fuerzas de que se podía llegar a la orilla. Lo dijo Edu Oriol esta semana en rueda de prensa: Aguirre contaba con los suyos; Jiménez con todos. Y tal es el éxito de ese ideario que al final la permanencia la están haciendo realidad los líderes habituales y los héroes anónimos. En un rapto de genialidad, un día Dujmovic, otro Abraham, al siguiente Oriol le ayudan a sacar adelante un partido. Edu ya lleva dos jornadas consecutivas viendo puerta para erigirse en algo así como el líder de los olvidados.

Temple. También merece aplauso el haber recuperado a Rúben Micael para la causa. En diciembre ni jugaba y en mayo es prácticamente un pivote defensivo. La diferencia entre ambos roles tan ajenos a su calidad radica en que antes se quería ir y ahora se iría con Jiménez a donde hiciera falta. Su partido de ayer fue majestuoso. Manejó el tempo, movió el ataque y taponó en defensa. Apoño, que puso la pausa cuando todo se aceleraba, fue un buen complemento. Ambos se apoyaron mucho en un Postiga que lleva dos partidos vaciándose sin el premio del gol.

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