martes, 2 de abril de 2013

Un equipo en la frontera

Espectacular tifo del Ligallo en el partido ante el Real Madrid.
Una temporada más, y empiezan a acabarse los dedos para contarlas, el Real Zaragoza afronta la recta final de la temporada asomado a la frontera. El sábado en Riazor jugará el enésimo partido a vida o muerte y ya ni siquiera nos da por angustiarnos. Incluso perdiendo, si la suerte le vuelve a sonreír, podría salvar la ropa una jornada más. Algo que resulta increíble viendo que acumula 12 jornadas sin victorias.

Uno de los factores que juegan en contra del Real Zaragoza esta temporada quizá sea ése, el no haber pisado la zona caliente de la clasificación en toda la temporada. Ese hecho maquilla su terrible momento, oculta en parte sus carencias futbolísticas e impide hacer una reflexión profunda. "Lo bueno es que pese a la racha de partidos sin perder, seguimos fuera del descenso", repiten diversas voces en las últimas semanas. Yo sinceramente creo que eso es lo malo. Entiendan este hecho en su justa medida. Obviamente uno no desea que el Zaragoza sea colista y se vaya a Segunda División, todo lo contrario. Uno se alegra enormemente por este hecho, pero también creo que ese detalle ha provocado que el equipo no sea plenamente consciente de la gravedad del problema.

Si el equipo cae a la zona roja en las próximas jornadas, el problema será serio. A lo largo de los años ha quedado sobradamente demostrado que quien entra en descenso tarda varias semanas en volver en sí tras el golpe. El Deportivo, ahora en plena remontada, pasó semanas inconsciente en el fondo del pozo; el Mallorca anda noqueado actualmente... Mientras, el Zaragoza va esquivando los golpes con fortuna, dando la sensación de que ninguno de los ganchos que le lanzan los rivales le alcanzará. Ojalá sea así... pero no hay que irse muy lejos para ver cómo el Villarreal se fue al infierno sin haber estado ni una jornada entre los tres últimos. También está reciente el recuerdo de aquel CAI Zaragoza al que le sucedió exactamente lo mismo en la ACB. Ambos se fueron por el agujero en el último partido.

Riazor marca una frontera para el equipo de Manolo Jiménez, obligado a regresar al traje de buen visitante si no quiere condenarse. Ganar al Deportivo, misión complicada visto el momento de los gallegos, resulta una variable indispensable en la ecuación de la permanencia. Perder no será definitorio, pero podría convertirse en la curva previa a la primera bajada que tiene toda montaña rusa. Tras el Deportivo, vienen Barcelona (en La Romareda), Celta (en Balaídos) y Mallorca (en casa). Es decir, nos encontramos ante un bloque de cuatro partidos que sí que sería prácticamente definitorio. Tropezar en el primer obstáculo en La Coruña mermaría aún más a un equipo con poco vuelo a día de hoy. Una victoria levantaría el ánimo y la esperanza. Daría aire y dejaría a un rival directo a siete puntos de distancia. Así, no queda otra que alejarse de la frontera. Parece el mejor momento.

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