jueves, 30 de mayo de 2013

Bigott entre el caos

Bigott, durante una actuación. Foto: bigott.es

Si cree que el último disco de Bigott es demasiado lento, poco profundo viendo que más de la mitad de sus canciones no alcanza ni siquiera los tres minutos (en concreto 6 de 11) o que el hecho de que el artista no cante en alguna de ellas sin duda restará viveza a un show en vivo, permítame un consejo: Deje de escuchar el disco, infórmese de las fechas de sus próximos conciertos y compre una entrada para uno. Y después nos cuenta si estaba equivocado.


Nunca había visto a Bigott en directo; estoy deseando verlo otra vez. Su puesta en escena de ayer en el Teatro Principal me pareció simplemente impresionante. No por adornos pomposos, que en realidad no había, sino por lo que de verdad cuenta en un concierto, la música. Bigott hizo un despliegue soberbio de potencia muy bien acompañado por una banda que se multiplica en aras del espectáculo. Realmente fue mucho mejor de lo que esperaba. No mucho, muchísimo. Quedé realmente impresionado.

Uno siempre espera que las cosas sean mejor de lo que han sido, pero existen honrosas excepciones. Y no cabe duda de que nos encontramos ante una de ellas. Bigott siempre me ha parecido un artista canalla, dominado por un punto quizá exagerado de locura, pero en la música está muy centrado y no deja nada a la improvisación. En muchos momentos durante su actuación pudiera parecer que las haya, pero no es así, se trata simplemente de un caos bien estudiado que finalmente deja una excelente sensación de conjunto. Las canciones de Bigott suenan bien, lástima haberlas disfrutado en un teatro sin espacio para echar unos bailoteos...

Sonidos contradictorios

Decía que las canciones de Bigott suenan bien, pero me llevé una sensación algo extraña de mi primera visita a una de sus actuaciones. Las canciones digamos más pegadizas o movidas de sus discos son las que al final parecen más huérfanas en el directo. Al contrario, sus canciones con aparente menos chispa acaban convirtiéndose en una explosión de sonido entre guitarras, teclados y un batería que parece tener cuatro brazos para llegar a todas las percusiones. Una sensación agradable y algo desconcertante al mismo tiempo. Uno esperaba encontrarse un directo más pausado y algo menos dinámico y se fue a casa con todo lo contrario. Dicho sea de paso, y como ya les he comentado en varias ocasiones, uno es altamente impresionable ante la música en directo. Aunque con el paso de los años he aprendido a valorar como para discernir que el de ayer fue un buen concierto, mejor que muchos otros que haya visto.

En realidad, los conciertos de Bigott no son conciertos al uso. No hace mucho tuve la ocasión de charlar con él en el Bar Bacharach una noche que pinchó discos allí mientras promocionaba su reciente disco 'Blue Jeans'. Le dije que tenía muchas ganas de verlo en el Arenal Sound y él me dijo que tenía muchas ganas de tocar allí y que sin duda ambos lo pasaríamos bien. Al final me he adelanté tres meses para ver en directo su complejo espectáculo en el que se suceden teclados, sintetizadores, cajas de música, guitarras y todo tipo de sonidos que puedan encajarse en una canción. Un caos controlado en el que ritmo apenas decae y en el que pueden encontrarse sorpresas tan agradables como el 'She's my man' -canción predilecta- reversionada con la base de una canción antigua (de la que no conseguí recordar el nombre) de una manera que la hace mucho mejor que la original.

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