viernes, 31 de mayo de 2013

La vida en un punto

Tifo de la afición el día del encuentro ante el Athletic. Foto: Imaginia

El Real Zaragoza ha alcanzado ese momento ya habitual en el que pone en juego toda la temporada en el último partido. El todo o nada. Siendo realistas, no ocultaré que creo que el desenlace será fatal. Veo al Zaragoza en Segunda División. En primer lugar porque no depende de sí mismo; y en segundo porque, qué demonios, se lo ha ganado a pulso.

Pese a ello, siempre queda una pequeña esperanza con la que engañarnos hasta que lleguen las once de la noche del sábado. O puede que hasta un rato antes. Al Zaragoza, en su afán por representar el más difícil todavía cada año, sólo le vale una carambola de proporciones mayúsculas. Así que insisto, les recomiendo hacer como un amigo mio: "Yo cuento con que ya estamos descendidos. Si luego al final nos quedamos en Primera la alegría será aún mayor".

La cosa es que el Zaragoza dejó de ser un equipo de verdad hace ya unas cuantas semanas. Tras firmar su mejor primera vuelta en años le vino el relajo que lo ha llevado al pozo. Y parece que ya no tiene remedio. Una ironía sublime si se atiende a que la de este año será una de las permanencias más baratas de los últimos cursos. En el mejor de los casos, un equipo podría llegar a salvarse con sólo 35 puntos, aunque la lógica dice que esa barrera estará en 37-38 puntos. Una cifra realmente asequible al comprobar que los últimos años (en cronología descendente) el primer equipo que quedó a salvo del descenso tenía 42 ó 44 puntos.

Dos días clave

Apuntar a un único camino hacia esta situación es complicado y simple. Pero en un análisis rápido se podría señalar a dos días concretos: los partidos en Vigo y ante el Athletic en La Romareda. En ambos el Zaragoza escenificó lo que al final ha sido su temporada: estar a salvo durante todo el tiempo y perderlo todo en el último momento. Un punto en cualquiera de aquellos dos partidos, haría que el escenario fuera completamente diferente. El equipo dependería de sí mismo y con ganar a un Atlético que lleva tres semanas de jarana se quedaría en Primera. En ambos dejó escapar el empate (y parte de sus opciones de permanencia) en la última jugada del tiempo de descuento. Especialmente, flagrante fue el encuentro ante el Athletic de Bilbao. Con una Romareda llena y el marcador de cara, el equipo se vino abajo, Jiménez le obligó a suicidarse con sus extraños movimientos de banquillo y el equipo vasco ganó tres puntos que parecía no querer.

Sería simple pensar que al Zaragoza se le ha ido la temporada ahí. En realidad se le fue mucho antes, pero no es ésta una entrada de análisis. Simplemente supone una oración de despedida o un poco creíble mensaje de ánimo. Creo que el Zaragoza ganará al Atlético (no me queda otra), pero no creo en la otra condición necesaria para seguir en Primera: que Celta o Deportivo como mucho empaten. Los vigueses parecen tener el enigma más asequible. Reciben en su estadio (lleno a rebosar) a un Espanyol sin aspiración alguna y con Javier Aguirre en el banquillo. El mexicano salió de manera abrupta de la entidad zaragocista y ahora le sirven en bandeja de plata una dulce venganza. Uno no quiere ser malpensado, pero apostaría fuerte suma a una victoria del Celta este sábado... Fijénse si parece asequible, que ese partido no aparece ni en la quiniela. Será que su pronóstico es demasiado sencillo...

Al menos confiemos en que un probable descenso sirva para deshacernos de Agapito Iglesias.

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