miércoles, 27 de junio de 2012

Confianza, nerviosismo y decepción


El grupo cántabro-aragonés viendo el Inglaterra-Italia en la fan zone de Donetsk.


Ha llegado uno de los momentos importantes. España afronta esta tarde las semifinales de esta Eurocopa ante Portugal. Tras varios días de espera en Donetsk, por fin ha llegado el momento y estamos algo nerviosos. No demasiado, ya que todo el mundo pensamos que la selección será uno de los equipos que juegue en Kiev el próximo domingo por la noche. La mayoría de nuestros amigos santanderinos piensan que será España-Italia; yo apuesto por un España-Alemania.

No obstante, tanta sensación de euforia y optimismo también nos hace desconfiar. España transmite buenas sensaciones y parece haber ido de menos a más, pero hay algo, no sabría decirles qué, que nos lleva a pensar en que podemos pegarnos un gran batacazo. En Portugal también lo creen así.

Ayer acudimos al hotel en el que se alojó España en los cuartos de final ante Francia pensando que acudirían de nuevo allí. Estábamos equivocados. La UEFA tiene organizados los alojamientos en función de equipo local y equipo visitante, y como en esta ocasión España actúa como visitante no va a ese hotel. Ante la equivocación, decidimos quedarnos a ver la llegada de Portugal para cantarles consignas españolas. Nuestra presencia revolucionó a la prensa lusa, que vio en nosotros un buen reclamo para sus emisiones deportivas. En todas las entrevistas que nos hicieron, siempre aparecía la misma pregunta: ¿Creen que España puede ganar a Portugal con las dudas que está generando y sin el juego de otros años? En ese caso, bastó con recordarles que España es uno de los cuatro semifinalistas, el máximo goleador del torneo y el menos goleado. Que no estamos tan mal.

Todo ese embrollo de preguntas, de “chicos esperad un momento que os queremos grabar luego” y demás nos lo hubiéramos ahorrado si hubiéramos acudido al hotel de concentración de la selección nacional, que en realidad estaba a diez minutos de distancia y nos hubiera dado tiempo perfectamente de ir a recibirlos. El problema es que alguien decidió a última hora del lunes por la noche cancelar la estancia en ese hotel para alojarse en la ciudad deportiva del Shakhtar Donetsk (de gran calidad según dicen) que se encuentra a una media hora en taxi de la ciudad. Allí España seguía escondiéndose de todo el mundo.

No hay muchos españoles en Donetsk. Hoy parece que habrá algunos más que en los cuartos de final, pero en absoluto será la marea que pudimos ver por las calles de Gdansk en el partido ante Italia. Entre todos ellos crece a diario un sentimiento de decepción. Tras el partido ante Francia de cuartos de final, sólo Iker Casillas se acercó hasta la curva del estadio desde la que animábamos los hinchas españoles. Sólo el capitán. El resto se marchó al túnel de vestuarios como si nada (Sergio Ramos y Jordi Alba apenas se acercaron a la grada en la que se sitúan los familiares de la selección, justo al lado del banquillo) en un gesto que nada gustó a una afición que ha gastado mucho dinero en venir a apoyarles y que domina en cada estadio con sus gritos pese a su evidente inferioridad numérica. A ese capítulo se unió el repentino cambio de planes para convertirse también en un equipo inaccesible en Donetsk, donde por supuesto entrenaron a puerta cerrada. Y pese a todo, esta noche volveremos a dejarnos la garganta por ellos. No podemos evitarlo, aunque nos duela un poco…

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